En medio del desolador panorama de incendios forestales que arrasan nuestro país, resulta imperativo señalar la culpabilidad directa de quienes, desde el poder, han decidido sacrificar nuestros recursos naturales en el altar de un falso discurso de austeridad. Los incendios forestales sí pueden ser prevenidos y controlados, pero lamentablemente, la acción negligente del gobierno de la "Cuarta Transformación" y los diputados de Morena han llevado a la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) al borde de la inoperancia.
Desde su creación en 2001, la CONAFOR ha sido un pilar fundamental en la conservación y protección de nuestros bosques, fungiendo como un escudo protector de nuestros recursos naturales. Sin embargo, las políticas de recorte presupuestal impulsadas por el actual gobierno han debilitado gravemente su capacidad operativa, colocando en riesgo la integridad de nuestros ecosistemas y la seguridad de nuestras comunidades.
El presupuesto asignado a la CONAFOR ha sufrido un desmantelamiento progresivo, alcanzando su punto más crítico en 2024, cuando se redujo a una quinta parte de los recursos con los que operaba en 2019, pasando de 4.3 mil millones de pesos al inicio del sexenio a menos de mil millones en este año.
¿Qué justificación puede existir para tal medida, sino la negligencia y la falta de compromiso con la preservación de nuestro patrimonio natural? Mientras nuestros bosques y montañas arden en llamas, ¿dónde han ido a parar los miles de millones de pesos "ahorrados"? ¿Acaso al Tren Maya, que devora la selva a su paso? ¿O a la refinería de Dos Bocas, que contamina nuestros mares y envenena nuestra tierra?
La realidad es innegable: la supuesta "austeridad" que predica el gobierno de la "4T" no es más que una máscara que oculta su verdadera cara de negligencia y desdén por nuestro medio ambiente. Los incendios forestales, lejos de ser tragedias inevitables, son el resultado directo de decisiones políticas irresponsables y cortoplacistas.
Es hora de levantar la voz y exigir cuentas a aquellos que han traicionado la confianza del pueblo y han puesto en peligro nuestro futuro. La conservación ambiental no puede ser sacrificada. Es tiempo de reconstruir las alianzas sociogubernamentales y de exigir un compromiso real con la protección de nuestros bosques y la salvaguarda de nuestra biodiversidad. Es tiempo de colocar en la Cámara de Diputados a hombres y mujeres que apuesten al futuro y sean aliados del medioambiente. El futuro de nuestro país y de nuestro planeta depende de ello.
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